Acaba de celebrarse la cumbre del clima en Madrid COP25 y se ha hablado mucho estos días sobre el cambio climático. Ya no se puede cuestionar lo que es evidente. Sin duda toda la comunidad internacional debe hacer algo para frenarlo. Es tarea de todos, gobiernos, empresas y ciudadanos. Como sucede muchas veces, los cambios vienen desde abajo. Desde hace tiempo muchas personas son sensibles a lo que ocurre y hacen lo posible para cambiar las cosas. Desde actitudes personales de consumo responsable, reciclaje, uso del transporte público, la bicicleta hasta el compromiso de algunos gobiernos y empresas. Sin embargo no es suficiente. Tenemos que hacer más.
Durante años visité minas de carbón y refinerías de petróleo, fleté barcos, vendí cargamentos de carbón y coque de petróleo. Esos combustibles fósiles servían para producir cemento, generar energía eléctrica, producir acero, ladrillos, cal y ferro-aleaciones. Tuve la oportunidad de ver de cerca algunos de los procesos de producción, desde la extracción del mineral, su preparación, transporte y posterior transformación. Me dí cuenta del enorme esfuerzo y coordinación de actividades necesarias para que lleguen hasta nosotros los productos de consumo.
Los que vivimos lejos del carbón, pensamos que eso era parte del pasado. Muchas personas me preguntan si seguimos usando el carbón. La mayoría cree que ya no se consume, desde la sustitución de las máquinas de vapor por los motores de gasolina y gas-oil, a mediados del siglo pasado. Cuando comencé mi carrera en el carbón en los 90, se vendían en el mundo (comercio internacional), unos 450 millones de toneladas al año y hoy se venden más de 1.300 millones. El comercio internacional sólo es la punta del iceberg del consumo global.
¡En el mundo seguimos usando más de 5.400 millones de toneladas de carbón al año, según la Agencia Internacional de la Energía!
Parece mucho si lo comparamos con la producción mundial de cereales, de unos 3.000 Mt o la de acero de unos 1000 Mt. Incluso es superior a la producción mundial de crudo que sería de unos 4.900 Mt.
Casi la mitad del carbón que se produce, se consume en China y en el resto del mundo su consumo por país y zona geográfica es muy variable, aunque China, India, los países de la ASEAN, EEUU y Europa acaparan más del 80% de la demanda.
El carbón fue el combustible que impulsó la revolución industrial, el desarrollo tecnológico y aún hoy lo necesitamos, Sin embargo, debemos reducir su consumo, como el de todos los combustibles fósiles, sustituyéndolos por fuentes renovables, hasta el mínimo necesario para seguir generando electricidad, produciendo acero, aluminio, ferro-aleaciones y todas aquellas materias primas que sostienen nuestro bienestar. El carbón sigue representando más del 25% de la demanda global de energía.
En 2018 se registró un nuevo incremento en el uso de carbón para generación eléctrica lo cual nos dice que será difícil cumplir con los objetivos de reducción de emisiones.
El carbón es la mayor fuente de energía para producir electricidad, representa el 38% a nivel global. Combustibles – AIE
En algunos países como España, hemos parado la actividad de varias de nuestras centrales, algunas de las cuales cerrarán completamente. Lo mismo sucede en Portugal, Alemania, Francia, Dinamarca y otros países. En algunos casos, estamos sustituyendo el carbón por gas natural al tiempo que se siguen abriendo nuevos parques eólicos, centrales termo solares y fotovoltaicas.
Hace ya más de 25 o 30 años que no se han construido centrales nuevas de generación con carbón en Europa, Ya están amortizadas.
Sin embargo, otros países a quienes empresas tecnológicas europeas prestan (venden) su tecnología, han construido en ese periodo centrales térmicas de carbón. Por tanto, en unas regiones de la tierra cerramos centrales y en otras las abrimos. ¿Es ésa nuestra contribución al medio ambiente?
Algunas de las centrales de generación más grandes del mundo, de 4.000 MW (cuatro veces la central de As Pontes ó Carboneras en España) se están construyendo hoy en la India y China. Grandes Centrales Térmicas en Construcción – Power Technology
El protocolo de Kioto firmado en 1997 pretendió reducir las emisiones en un 5% con respecto a las registradas en 1.990, durante el periodo 2005 – 2012. Fracasó. Las emisiones de CO2 desde entonces no sólo no se han reducido sino que se incrementaron más de un 50%, desde los algo más de 20.000 Mt de CO2 hasta más de 33.000 Mt actuales.
Los acuerdos de París de 2015 pretendían el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales. Vamos camino de superarlo en una década más.
En la última cumbre del clima COP25, celebrada en Madrid el pasado mes de diciembre, en lo que todos los países están de acuerdo es en que estamos en una situación de emergencia climática y que debemos realizar los mayores esfuerzos para reducir las emisiones.
Después de haber incumplido todos los acuerdos anteriores, es muy difícil adoptar medidas concretas para cumplir los objetivos necesarios para frenar el cambio climático.
Y sin embargo, debemos hacer algo. Deberíamos cambiar nuestro modelo de vida, desde hoy mismo.
Todos compartimos el aire de la atmósfera y el agua de los océanos. Los productos contaminantes originados en una región de la tierra llegarán hasta nosotros tarde o temprano. Por tanto, es responsabilidad de todos.
Sin duda, debemos apostar por las energías limpias, renovables, sin emisiones. También por sistemas de generación distribuida, por el desarrollo de acumuladores, de un sistema eléctrico más eficiente y en especial por un consumo responsable.
Ya disponemos de las tecnologías para frenar el deterioro del medio ambiente, ahora falta la voluntad y las políticas necesarias para llevarlo a cabo.
Podemos hacer mucho para que esta transición energética sea más rápida. Ya estamos cambiando muchas cosas, nuestros hábitos de consumo, de transporte, de informarnos, hasta de pensar, a golpe de click.
La respuesta es SÍ, usamos más carbón hoy que nunca antes.