Molino de Guaso. Aínsa, Huesca (España)
La Energía Minihidráulica es la olvidada de la Energías Renovables. No se ha desarrollado como las otras, se concedieron pocas licencias y ha tenido menos ayudas. Aquellos que emprendieron sus proyectos hace años, se encontraron con innumerables problemas técnicos y administrativos. Su potencial sigue presente y es una oportunidad para el desarrollo de la llamada España vaciada, para fijar población además de todas las ventajas medioambientales que tiene, desde evitar emisiones de CO2, contribuir a una generación más distribuida, la limpieza de ríos, el mantenimiento de canales hídricos, la regulación de los flujos de agua, la prevención de los incendios forestales, etc.
El Molino de Guaso se encuentra en el valle del río Ara, próximo a Aínsa, en Huesca. Es un molino para la generación de energía eléctrica que recibe el agua de una acequia del río Ara antes de unirse al Cinca en Aínsa. El Ara es un afluente del río Segre que a su vez desemboca en el Ebro a la altura de Mequinenza. Por tanto, forma parte de la cuenca hidrográfica del río Ebro. En producción hidroeléctrica, el conjunto de la cuenca representa el 25% de la producción nacional.
El aprovechamiento hidroeléctrico no es nuevo en la zona donde ya existían molinos con tal fin hace más de 100 años. Este es el caso del Molino de Guaso, situado en la margen derecha del rio Ara, entre Boltaña y Aínsa, cuyo edificio principal, acequia y cámara de carga datan de 1919. Ya entonces, se amplió el edificio principal para albergar en su planta baja, la turbina y el generador que distribuían energía eléctrica a toda la comarca.
El desarrollo industrial llegó a España más tarde que a otros países europeos y no fue hasta la segunda década del siglo XX que experimentó un fuerte crecimiento con la explotación de yacimientos de carbón, mineral de hierro, construcción metalmecánica, el ferrocarril, la industria textil, especialmente en Cataluña, País Vasco y Asturias.
La luz eléctrica llegó a aquellas casas de la comarca del Sobrarbe sobre la década de los años 20 del siglo pasado, desde el molino de Guaso y otros para encender unas pocas bombillas incandescentes situadas estratégicamente en la casa para poder iluminar el mayor número de estancias.
Regresando a tiempos más actuales, Juan y Emilia compraron el molino hace más de 20 años para rehabilitarlo con materiales naturales, piedra y madera con el objetivo de convertirlo en un edificio bioclimático y autosuficiente, que albergara su vivienda y taller de carpintería, además de poner en marcha una nueva central minihidráulica con la última tecnología disponible.
Juan y su socio Jesús adecuaron la acequia y la cámara de carga, construyeron un nuevo tubo hasta la nueva ubicación de la turbina y el generador que se encuentran a unos metros de la casa principal, en un nuevo y pequeño edificio de piedra.
La instalación inicial presentó innumerables problemas técnicos, desde el diseño de la turbina hasta los sistemas automáticos de control, buena parte de ellos diseñados e incorporados por ellos mismos. Mejoras que consiguieron sacar la potencia de energía eléctrica proyectada, de 95 KW.
Juan comenta que la falta de técnicos especialistas en esta tecnología y sistemas adaptados a las características de caudal, fuerza, calidad del agua y otras muchas variables, hizo que ellos mismos buscaran soluciones para optimizar y rentabilizar una inversión que de otra manera hubiera resultado inviable.
Juan y Emilia cuidan además de su huerto ecológico donde cultivan productos de la huerta para su propio consumo y venta. Participan en proyectos como la producción de manzanas para la elaboración de zumos en colaboración con otros agricultores de la zona.
Con el inicio del nuevo siglo y milenio, se dio un gran impulso a las energías renovables como parte del compromiso que España había firmado en Kyoto y los objetivos señalados en la Unión Europea junto a las ayudas públicas que en aquel momento eran necesarias para arrancar proyectos de generación eólica, solar, biocombustibles, biomasa y minihidráulica.
Se desarrolló muy rápidamente la eólica, gracias a los fondos europeos destinados al entorno rural y la recuperación de zonas en declive industrial y económico, los biocombustibles para automoción con la construcción de centrales para la producción de biodiesel y bioetanol a partir de cultivos energéticos y otros, también el aprovechamiento de biomasas con la construcción de varias centrales eléctricas de hasta 20 MW de potencia, la producción de pellets para calefacción de viviendas y calderas industriales. Las ayudas llegaron más tarde a la solar fotovoltaica y apenas se concedieron licencias y ayudas para la minihidráulica. Cuando sobrevino la crisis económica de 2008, las ayudas terminaron y el escenario cambió radicalmente.
Ha sido un camino difícil, lleno de retos técnicos, normativos y económicos solo apto para emprendedores abnegados como Juan y Jesús.
En 2018, del total de la generación de electricidad a partir de energías renovables, sólo el 6,3% correspondió a energía minihidráulica. No se cumplieron ninguno de los objetivos marcados en el Plan de Energías Renovables. Y esta situación de falta de desarrollo, vino a dificultar aún más este proyecto que sin embargo sigue funcionando con éxito y con gran mérito por parte de sus promotores.
Hoy en día, el marco regulatorio ha cambiado y prácticamente han desaparecido las primas y ayudas a la generación ya que en la mayoría de las tecnologías se ha superado el umbral de rentabilidad, siendo competitivas frente a las centrales de generación eléctrica tradicionales.
El Acuerdo de París y los últimos informes con relación al cambio climático están forzando a los gobiernos a tomar medidas urgentes para reducir la emisión de gases contaminantes. El mayor rendimiento eléctrico de los diferentes sistemas de generación renovable en relación al mayor coste de los combustibles fósiles y los derechos de emisión está acelerando el plan de cierre de centrales térmicas de carbón e impulsando la inversión en fuentes renovables como no había sucedido antes.
Sin embargo, dicho cambio debe acelerarse aún más y reducir drásticamente el consumo de combustibles fósiles en el transporte además de racionalizar el consumo de los países ricos.